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En aquellos años no se podía vivir en España; la cosa tenía que reventar por algún sitio

Los que estaban trabajando en casa, ganaran poco o ganaran mucho, estaban contentos la gente. Muchos años después alguno decía que cuando estaban en casa no se comía casi, que si vuelta que si dale. Entonces yo les contestaba: “y digo yo, maño y ¿tú por qué viniste a casa? Pues muy fácil, porque en la tuya no podías comer”

Daniel Giménez san José

Curso 3ºA ESO en 2015-2016

IES Manuel de Falla, Coslada (Madrid)


Entrevista de Daniel a su abuelo paterno José Giménez Cortés, nacido en 1925 en Uncastillo (Zaragoza)

INTRODUCCIÓN

La entrevista [1] se la realizo a mi abuelo José Giménez Cortés, que acaba de cumplir 90 años (13 de abril). Para comprender mejor la entrevista es necesario explicar que se realiza en la localidad de Uncastillo, una pequeña población de la comarca de las Cinco Villas, al norte de la provincia de Zaragoza (Aragón), donde mi abuelo nació y ha vivido durante toda su vida.

A mi abuelo le entrevisto en el comedor de su casa; son más o menos las 8 de la noche y ya ha oscurecido. Como casi siempre que está en casa lleva un jersey de algodón, una camisa, pantalones de pana y unas zapatillas de estar por casa. Me llama la atención de que a pesar de que vayamos a hablar sobre algo que conoce perfectamente porque lo ha vivido, se le nota un poco nervioso y no muy cómodo. Probablemente porque nunca le han hecho una entrevista sobre estos temas, aunque esté acostumbrado a mantener conversaciones de este tipo con mi padre.

A pesar de su edad mi abuelo es todavía una persona muy activa y autónoma. Ha trabajado en el campo durante toda su vida y sigue atendiendo su huerto, lo que le ayuda a mantenerse activo, aunque a un ritmo más lento. Hasta hace poco solía asistir al café, en el centro de mayores del pueblo. Pero ahora ya no va. Según él, porque se aburre y le cansan las conversaciones. Lo que no ha dejado de hacer es asistir a misa los domingos y tomar después al vermut con sus hermanos, que también son de edad avanzada (entre 82-95 años).

El pueblo de mi abuelo, tiene actualmente en torno a 600 habitantes mientras que al inicio de los años 30 tenía alrededor de 3.500. Uncastillo era, en esa época, un pueblo cuyas actividades principales eran la agricultura y la ganadería. Como en otros muchos lugares de Aragón (y de España) uno de los problemas más importantes que existían entonces era el reparto de la tierra. La mayor parte de la tierra cultivable estaba concentrada en unas pocas familias. Eran, según mi abuelo, los caciques del pueblo. También había algunas familias, como las de mi abuelo, que eran medianos propietarios. A los que muchos asociaban con los caciques, cosa que a mi abuelo le sabe fatal, pues siempre dice que él trabajó toda su vida desde los 12 años. El resto eran pequeños propietarios o trabajadores del campo por cuenta ajena (peones o braceros), la mayoría de la gente a duras penas podía dar de comer a sus hijos y tenía que hacer lo imposible para llevar algo a casa.

Al ser un pueblo en el que la mayor parte de la población eran pequeños propietarios o trabajadores del campo, Uncastillo era, en tiempos de la segunda República, un pueblo de mayoría socialista y tenía un alcalde bastante conocido, Antonio Plano, que llegó a ser vicepresidente de la Diputación Provincial de Zaragoza (al que mi abuelo se refiere en la entrevista).

De esa época, mi abuelo habla sobre todo de varios hechos: la agresión que sufrieron sus padres y otras personas cuando iban a votar en las elecciones de 1933, el levantamiento que tuvo lugar en el pueblo con motivo de la revolución de octubre de 1934 (mi abuelo tenía 8 años) y la llegada de las fuerzas nacionales al pueblo en 1936.

En octubre de 1934 tuvo lugar un hecho muy relevante que traería consecuencias trágicas cuando empezó la Guerra Civil: Uncastillo fue uno de los pocos sitios (dejando aparte Asturias y Cataluña) en los que se produjo un levantamiento revolucionario contra el nuevo gobierno de derechas de España. El partido socialista y los sindicatos del pueblo (la Federación de Trabajadores de la Tierra de la UGT era el sindicato mayoritario) se levantaron en armas y atacaron durante varios días el cuartel de la guardia civil matando a varios de sus miembros.


[1] Para comprender mejor las cosas que mi abuelo relata en la entrevista he consultado el libro de Victor Lucea, “Dispuestos a intervenir en política”. Don Antonio Plano Aznárez: Socialismo y republicanismo en Uncastillo 1900-1939.

Fragmento entrevista:

Tú contaste que en las elecciones que hubo en el año 1933, que eran después de la proclamación de la República, que cuando fueron a votar el bisabuelo Lorenzo y la bisabuela Victorina (sus padres) con más gente, pues que les dieron una paliza, ¿qué recuerdas tú de eso?

Yo no recuerdo más que lo que después te han contado; tú entonces (se refiere a él mismo) estabas en casa, y oías al cura (un hermano de su padre) que decía que dónde estaba la pistola porque quería ir a defenderlos cuando se enteró.

Pero ¿tú que recuerdas que pasó?

Pues que fueron a votar y los calentaron (los agredieron).

Y ¿por qué?

Pues porque no querían que votaran. Ya partieron de una base: los que eran de San Martín (el barrio del norte) tenían que votar en Santa María (el barrio del sur), y los de Santa María en San Martín. Ya lo tenían preparado todo de antes, y a mí padre, pues le arrearon con palos en la cabeza, y en el puente que había allí, en lo que es la carretera, pues de ahí lo tiraron de arriba abajo. Lo tiraron allí como un trapo muerto. Esto me lo contó a mi muchas veces Mariano de Casa Cuatro (una familia muy socialista del pueblo) que estuvo muchos años ‘fugao’ y luego volvió. El mozo era muy comprensivo y eso nos lo contaba casi siempre que venía. Nos contaba que hubo uno que estaba con un palo levantado para pegar a mi madre, y le dije “¿qué vas a hacer, criminal, que vas a matar a una santa”. Y le quito el palo que si no igual mata a la abuela. Y a mi padre después de la ‘tocata’ lo recogieron de casa Cortés (la casa de su mujer), que tenían panadería, y lo recogieron allí. Y estuvo allí varios días. Y ya entonces el médico del pueblo, dijo que a raíz de eso al año le vendrían las consecuencias, que saldría lo que había pasado. Y así fue, al año más o menos cogió una pulmonía y murió; murió en Zaragoza porque bajó con Cándido (un hermano del abuelo) que le había salido un bulto en el costado, y bajó al médico y allí se quedó, ya no volvió al pueblo vivo.

Y ¿tú padre cuántos años tenía cuando murió?

Pues él tendría 46 años y mi madre 36. Se llevaban 10 años.

[…]

¿Y tú te acuerdas o te contaron de alguna persona de un bando que ayudase a otro del bando contrario?

Sí, entonces como todas las cosas. Pero con mucho cuidado, que si lo pillaban, ya estaba juzgado. Había también gente que exponiéndose salía al monte como fuera y llevaban cosas a la gente que se había fugado.

¿Pero tú conoces a alguien que ayudara a alguien a pasar al otro lado para que no lo mataran?

Sí, hombre sí. Pero eso ya de pasar al otro lado ya fue por otras tierras. Aquí uno de casa Mateo, que tenían un comercio y ya te he dicho que se llevaron todo lo que pillaron, le embargaron todo el corral de allá afuera. Y a ese, un hermano suyo, lo metió dentro de una cuba y lo sacó del pueblo y escapó. Ya la guerra estaba bastante avanzada, pero ese estaba más preparado de geografía y sabría los pasos y todo eso. Ese aún reclamó a gente de su familia más tarde y se fueron a Chile.

Y después de la guerra, teniendo en cuenta que tu familia era de derechas ¿os visteis beneficiados en algo?

En nada de nada. Lo único era que te respetaban y podías ir a todos sitios, no había miedo ni te faltaba nadie.

¿Y vosotros no tuvisteis ningún tipo de participación en política?

No, no, no. Mi madre nunca nos creó rencor de decir “fulano y mengano fueron los que le pegaron a tu padre y tal y cual”, y yo así no lo sabía. Y mi padre también, después de aquellos hechos, antes de morir, se encontró con mucha gente de tú a tú, y oye, a agachar las cabezas y punto.

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