Blog

«Ayyyy moya divchyna», si tú supieras, me acuerdo de ese día como si fuese ayer

El 1 de abril de 1941 fui llevado a la mili, tenía 20 años, acabé los estudios y, ¿sabes?, estaba enamorado, soñando con hacer una familia, pero las circunstancias me cambiaron la vida.

Alexandra Stefania Peniuc

Curso 1ºA de Bachillerato en 2016-2017

IES Manuel de Falla, Coslada (Madrid)


Alexandra recuerda sus conversaciones con sus bisabuelos Olga (1925) y George (1921), de Suceava (Rumanía)

El 1 de septiembre de 1939, en un pueblo de Rumanía llamado Suceava vivían mis bisabuelos, Olga y George; esa fecha les hizo mucho daño… Mi bisabuela a día de hoy tiene 92 años. Nació en el año 1925 y al igual que mi bisabuelo vivió la Segunda Guerra Mundial. Ella con tan solo 14 años cuando ésta empezó; él 18. Ocurrió así…

Un día estaba yo hablando con mi bisabuelo sobre cosas triviales, cuando de repente le pregunté –abuelo, ¿podrías hablarme sobre la guerra? – Él, al escuchar esa palabra salir de mi boca, se sorprendió y empezó a llorar. Yo me asusté un poco, no entendía por qué se había puesto así…, me explicó que no pasaba nada, que podía preguntarle lo que quisiera…

Mi bisabuelo se llamaba George Peniuc y tenía 18 años cuando empezó la Segunda Guerra Mundial en 1939. Cuando mi familia se reunía, nos encantaba escuchar las historias de mi bisabuelo sobre esas batallas. Hablaba sobre los años que vivió en el campo de batalla como una situación límite en la cual el coraje y el miedo de morir eran constantes y se mezclaban siempre con la esperanza de quedar vivo, llegar al día siguiente.

El relato del bisabuelo George contiene una hermosa Hebra de Paz:

«-Iba corriendo por el bosque cuando una astilla penetró en mi corazón, me paré para sacarla, pero no podía, y de repente sentí dolor en mi pierna, miré hacia abajo, y vi sangre, me habían disparado, aullé de dolor, pedí ayuda, pero nadie podía escuchar mis suplicas y lamentos, hasta que, me quedé solo y herido. Vi a lo lejos una sombra acercarse, tenía miedo, no quería que me disparasen otra vez, así que me escondí detrás de una roca, pasé un buen rato ahí sin moverme, necesitaba agua… Cuando intentaba salir, vi a un chico que no debería de tener más de 15 años, era ruso, se me acercó, yo por inercia retrocedí, se arrodilló para llegar a mi altura, podía ver el miedo en sus ojos, se ofreció a ayudarme, yo accedí, me quitó la astilla y con un cuchillo me sacó la bala de la pierna, después cogió un trapo sucio y lo vendó alrededor de la herida, el pobre chico estaba temblando…, ya hubo acabado, se levantó, me miró, me dio su botella de agua, se giró y se fue corriendo, y yo…, no pude agradecerle… Eso nunca lo olvidaré, me salvó la vida- cuando finalizó se puso a llorar, pensó que moriría ese día, pero no fue así, gracias a ese chico mi abuelo sigue vivo…»

Leer completo:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *