Recuerdos inolvidables,… por desgracia
Lo último que me ha podido contar mi abuelo Florentino es que su tío murió en la guerra y no ha podido seguir contándome nada más ya que se le empezaban a humedecer los ojos con cualquier pregunta, y a mí con él
Paula del Puerto Carmona
Curso 1ºC de Bachillerato en 2016-2017
IES Manuel de Falla, Coslada (Madrid)
Entrevista de Paula a tres de sus abuelos: por parte materna Jesús, nacido en Huesca en 1941 y Rosario, Ataquines (Valladolid), 1950; y por la paterna Florentino, de Los Navalmorales (Toledo)
Florentino es el que menos información me ha podido aportar ya que a sus padres y familiares no les gustaba nada hablar de ello, aunque a él tampoco, ya que cuando le preguntaba intentaba acabar lo antes posible.
Me ha contado que ellos no tenían apenas comida, lo único, su padre que tenía una cabra y un burro para ir a la huerta, y de eso se alimentaban, pero no les servía de mucho ya que les quitaban todo lo que podían. Sus padres eran capaces de no comer para que él y sus hermanos lo hicieran.
Le di las gracias y un abrazo tras acabar.
El abuelo Jesús refiere que los nacionales se encargaban de revisar las casas y uno de los días les vieron todos los saquitos de trigo que escondían tras una pared, pero los nacionales conocían al padre de mi abuelo y no se los quitaron, se hicieron los locos. Tras esa pared guardaban todo que querían tener a salvo, como sus pocas provisiones para la guerra. Su abuelo era el alcalde del pueblo, acudía la gente a él para estar a salvo, y refugiaba a los necesitados, los escondía en su casa y los defendía para que no los mataran. Una de las frases que más le han repetido a mi abuelo en el pueblo es “Anda que no salvó gente tu abuelo en la guerra”, una de las cosas que más sonriente me dijo en la entrevista.
Uno de los únicos recuerdos que tiene de cuando iba al colegio es que los americanos mandaron leche en polvo y queso para distribuir por toda España, y ellos llevaban su vaso y lo repartían entre todos y les sabía a gloria. “Lo que era el no tener”, una de las frases que ha dicho con los ojos húmedos mientras yo le hacía las preguntas.

Rosario vivía en un pueblo de Valladolid, Ataquines, y nació en 1950. Su familia se vio muy afectada. Su tía y su hermana han sido las que más información le han aportado sobre la guerra y cómo se vieron ellos afectados.
Su tía le contó cómo a once jóvenes de su pueblo después de terminar de segar y haber cogido las cosechas, les hicieron cambiarse de ropa a limpia e ir a la iglesia a confesarse y por la noche, una vez estaban todos dormidos, les cogieron en un camión y se los llevaron a un pueblo cercano donde los mataron. Al día siguiente hicieron ir a todos los padres de los asesinados a la misa fúnebre por sus hijos. El mismo día por la tarde en la plaza del pueblo, a las mujeres (su tía incluida) les obligaron a tomarse aceite de ricino.
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