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Franco murió en la cama

Celia de la Osa Muñoz

Curso 1ºA de Bachillerato en 2013-2014

IES Manuel de Falla, Coslada (Madrid)

COMIC

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Estaba entrevistando a mi abuelo Manolo sobre la guerra y la posguerra. Mi hermano pequeño no paraba de reírse porque a la misma pregunta había contestado una cosa y la contraria. Pero aunque nos hacían gracia sus respuestas, estábamos los dos muy atentos. Y mi abuelo disfrutando porque seguramente había intentado contar esas historias otras veces, y nadie le había hecho ningún caso. Historias de vencidos que a nadie interesan , y que seguramente era mejor no contarlas. El tiempo ha borrado recuerdos de viejo, y los ha sustituido por otros recuerdos más nuevos, mas bonitos, de los de ahora, de no pasar hambre, de no pasar miseria, de no pasar miedo.

-¿Como murió Franco?- le pregunta mi hermano. Por su mente de chiquillo, no se le ocurre otra cosa que pensar que como mínimo debió tener la misma suerte que las moscas que él atrapa. Y se queda boquiabierto cuando se entera que falleció en la cama.

– ¿Qué? ¿Que si la educación puede modificar la actitud ante las guerras y favorecer la paz?. Que le pregunten a los Sirios o a los Pakistaníes. O que nos hubieran preguntado a muchos de los españoles que vivíamos con miedo.

– Me llamo Manuel Muñoz Lozano. Tengo 79 años- habla y se vuelve a equivocar, en realidad tiene 81- y soy español. Pero de Zaragoza, sobre todo soy de Zaragoza. Y añade que es un maño, ciudadano del mundo. Quiere dejarlo claro, lo remarca, ciudadano del mundo y maño. Y continua:- Soy hijo de agricultores. Vivía en Ariza con ellos y tres hermanas. Mi padre estuvo dos veces en la cárcel por pertenecer a la CNT. Pero la primera vez coincidió con los causantes de un atentado contra el General Mola que tenia el cuartel en Ariza. Soltaron una locomotora para que chocara contra el tren en el que viajaba el general. Se frustró el atentado porque la máquina se paró antes de chocar, y detuvieron a todos los que trabajaban en el turno de aquel día. Decidieron fusilarlos a todos, y por el mismo precio también a mi padre que estaba en el calabozo con ellos. Me contó que un Guardia Civil, apodado el Tío Civilón, le dio un empujón cuando empezaba el paseíllo y lo metió detrás de la puerta. Posiblemente Civilón hubiera querido dar 17 empujones más. Al anochecer salió del calabozo y se fue a su casa.

Noto que se cansa. A mi abuelo le gusta hablar, pero de lo que le da la gana. Va por libre en ese aspecto. No le voy a agobiar mucho mas. Le digo que ya estamos terminando. Le pregunto que si cree que hemos mejorado en el tema de la Paz entre Naciones.

– No hemos mejorado prácticamente nada. La ONU sirve de muy poco. Los ricos son unos buitres; pero bueno, cualquier iniciativa en favor de la paz siempre es buena.

Cuando le pregunto si cree que la educación puede modificar la actitud ante las guerras y favorecer la paz, mi abuelo se ríe. Se ríe y me dice lo que todos vemos. Que la educación en España no tiene arreglo. La iglesia, los ricos y los partidos políticos no se ponen de acuerdo.

Termino la entrevista; y le doy un beso. Mi abuelo tiene alguna anécdota, pero la realidad es que como la mayoría de los españoles de su época se enteró de lo que pasó cuando ha podido leer algo escrito por gente que no eran franquistas. Y lo más importante ¿por qué fue la guerra?

 

Celia de la Osa Muñoz 

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