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Me alegra que me hayas preguntado…

Nos encontramos con Matías, un hombre de 87 años que vive en una residencia de ancianos, dispuesto a contar sus recuerdos más profundos sobre la Guerra Civil Española y la Posguerra.

[Para empezar, voy a hacerle una serie de preguntas personales para ver su situación y la de su familia durante la guerra.]

P. ¿Dónde nació?
R. En Guadalajara, en 1929.

P. ¿En qué trabajaban sus padres?
R. Mi madre cuidaba de la casa y mi padre era albañil.

P. ¿Qué edad tenía durante la Guerra Civil?
R. Cuando comenzó yo tenía tan solo siete años y terminó cuando tenía diez años. Mi hermana tenía un año más que yo.

P. ¿Dónde vivía cuando empezó todo?
R. En un pueblecito de Guadalajara, Cogolludo.

[Matías era muy pequeño cuando todo comenzó, pero sí recuerda ciertas cosas que le contaban sus padres. Su padre luchó en el frente de forma obligada como nacional. Su madre cuidaba de la casa y mantenía a sus hijos.]

P. ¿Recuerda alguna anécdota que nos quisiera contar?
R. Puedes tutearme (ríe). Hay una historia que siempre me contaba mi padre: había bastantes combatientes italianos que habían venido a luchar pensando que iba a ser poca cosa, que iba a durar un corto periodo de tiempo. Pero se dieron cuenta de que la guerra se alargaba y siempre decían: hemos venido aquí para “morir como corderillos”.
Otra anécdota que recuerdo la vivimos mi hermana y yo. Teníamos nueve y ocho años y mi madre nos había mandado a recoger patatas al huerto. Era tarde y había poca luz. De camino en busca de las patatas, vimos a lo lejos unas sombras que parecían moverse e ir hacia nosotros así que empezamos a correr y volvimos a casa sin la cena. Unos días después regresamos al mismo sitio y nos dimos cuenta de que las sombras eran simplemente unos árboles. Ahora lo pienso y me hace gracia pero recuerdo que en ese momento estábamos muertos de miedo (ríe).
También recuerdo otra historia que vivió mi padre. Unos compañeros suyos y él entraron en una casa que estaba aparentemente abandonada pero en la cocina había unas ollas con chorizo, lomo y carne cocida. Tenían intención de comérselo pero uno de los mandos militares que iba con ellos les dijo que hasta que no probase esa comida un perro y viesen el resultado, nadie lo iba a probar por si estaba envenenada. Al final se quedaron sin comer nada (ríe).

P. ¿Tu padre te contó alguna experiencia traumática?
R. Bueno… me decía que lo peor era cuando recibía noticias de que algún amigo suyo había fallecido. Lo pasaba mal pero casi nunca me contaba nada de eso.

P. ¿Murió algún ser querido?
R. Familiares no, pero como he dicho antes, sí mataron e hirieron gravemente a compañeros de mi padre.
P. ¿Tu padre combatía para el bando nacional o republicano?
R. Para el nacional, fue obligado. Parte de mi familia era del otro bando, eso era muy duro. Estuve durante mucho tiempo sin ver a mi tío (era republicano), y cuando acabó la guerra nuestra relación no mejoró ya que él se fue a vivir al extranjero. Casi no tengo recuerdos suyos.

P. ¿Conoció a Franco?
R. Personalmente no, era algo difícil.

P. ¿Tu familia permaneció durante todo el periodo de la guerra en Cogolludo?
R. Mis padres, mi hermana y yo sí. A diferencia de otra gente, nosotros no nos tuvimos que mudar ni escapar.

P. ¿Cómo fue el día a día?
R. Yo era pequeño y, sinceramente, no me acuerdo de casi nada. Mi madre me contaba que mi padre había adelgazado mucho desde que se fue a combatir. En casa no pasábamos mucha hambre pero recuerdo que mi madre escondía la comida para evitar tener que dársela a los combatientes que entraban en las casas para llevársela (ríe). Teníamos un huerto y mi madre se encargaba de recolectar tomates, patatas… Eso nos ayudó bastante.

P. ¿Presenciaste algún bombardeo o acto violento?
R. Bombardeos en el pueblo no había, pero sí en Guadalajara. Vi con mis propios ojos como disparaban a un “chiquillo”. Fue muy duro, aunque no le conocía. Pasé miedo, imagínate ver esa escena de pequeño, con unos ocho años.

P. ¿Tu padre tuvo que abandonar alguna vez a tu familia?
R. No. Siempre estuvimos juntos pero el padre de un amigo mío tuvo que dejar a su  familia para huir de allí.

[Las Hebras de Paz de Vida son casos en los que una persona de un bando ayuda a otra del bando contrario que se encuentra en peligro. Durante la guerra, sucedieron muchas historias que acabaron en esta situación.]

P. ¿Sabes si tu padre o alguien conocido vivió algún caso como el mencionado anteriormente?
R. ¡Sí! (ríe). Mi padre me ha contado muchas veces la misma historia. Estaban buscando a un republicano que había matado a varias personas del bando nacional. Mi padre le encontró escondido y sabía muy bien lo que tenía que hacer. Sin embargo, bajó el arma y se fue sin decir nada. Mi padre era un buen hombre, estaba en la guerra de manera obligada y, al fin y al cabo, eran personas como él. Es una historia bonita, me alegra que me hayas preguntado (sonríe). Seguramente hubo más historias así.

P. ¿Sabes si tuvo miedo por si alguien descubría lo que había hecho?
R. Mucho. Él sabía que el republicano no iba a decir nada ya que le había salvado la vida, pero temía que a lo mejor algún mando militar lo descubriese. Podían llegan a matarlo por hacer eso.

[Finalmente, me gustaría hacerte unas preguntas reflexionando sobre el tema de la paz, el rencor y el perdón.]

P. Cuando la guerra terminó tenías diez años, ¿las cosas fueron mejores o peores?
R. Está claro. Mejores. No hay nada peor que una guerra. La situación se tranquilizó, mi padre dejó de luchar en el frente y regresó a casa e intentamos seguir como antes.

P. Después de todo lo sucedido, ¿crees que la Guerra Civil sirvió de algo?
R. ¡Claro que no! Se puede resumir en tres palabras que me decía mi padre: crea muertes, odio y destrucción. De hecho, mira cómo están ahora algunos países.

P. Eso te iba a preguntar ahora, ¿cómo ves la situación actual en el tema de la Paz entre las Naciones?
R. Pufff… Como he dicho, mal. Solo hay que mirar la situación que se está viviendo en Siria y en muchos otros países. O los ataques terroristas que están sucediendo. Niños muriendo sin poder hacer nada, familias destruidas y sin un lugar para vivir… El mundo está muy mal.

P. ¿Qué opinión tiene sobre los bombardeos a ciudades?
R. Es algo terrible… una forma fácil y cobarde de destrucción y de producir muertes de personas totalmente inocentes que no tienen nada que ver con el tema.

P. Después de Franco, se dio paso a una democracia con una monarquía constitucional. ¿Cómo valorarías esa transición?
R. Fue algo bueno, ya sabes. Hubo derecho a voto, derecho a decidir…Indudablemente, es mucho mejor vivir en democracia que en una dictadura. Además, gracias al nuevo régimen constitucional, España ha experimentado una muy positiva evolución en todos los ámbitos sociales (sanidad, educación, servicios sociales, bienestar en general, etc.). Por eso, estoy convencido de que la democracia en este país ha sido un logro muy importante.

Acaba la entrevista, me sonríe y me da las gracias por haberle recordado todas esas historias, tanto buenas como duras, pero siempre reales.

Paula Segovia de Marcos – 3ºESO (2015-2016)

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