Segundo comentario de Juan Gutiérrez
- Advertencia previa: Para entender este escrito hay que empezar por leer el relato de Hannah Yagüe que encuentras en la entrada Mi abuela Piedra, un relato alrededor del que gira todo un debate inacabado y en el que estás invitad@ a participar.
- Previo a este hemos publicado el primer comentario de Juan Gutiérrez
Viernes 14 agosto 2020
Hola a todos,
El a mi ver increíble relato de la alumna de José Eugenio acerca de su abuela Piedra -que recomiendo que leáis ya antes de seguir con esto- ha generado un intenso debate entre nosotros que ya enriquece el Proyecto Hebras de Paz Viva (HPV) y puede enriquecerlo aún más. Estoy de acuerdo con lo que propone Juan Cordero de recomenzar por una pregunta previa fundamental y un acuerdo: ¿Qué son las HPV?
Para eso, propone Eva el «juntarnos, vernos, hablar, debatir, qué relatos colgar en la red y cuáles no» y aquí también estoy de acuerdo pero creo que debemos hacer bastante más cosas:
- En primer lugar ampliar el «enjambre debatiente» incluyendo en él a Amador, Pablo Sánchez León, Ingeborg, y a todos los que queremos incluir en la «Red Internacional de Hebras de Paz Viva» que proyectábamos poner en marcha desde nuestra 4ª Asamblea antes del Covid 19 y fundar oficialmente a fines de 2020/inicios del 2021 previsiblemente en Guadalajara -México-. (Todo esto habrá que replantearlo, pero no desbaratarlo. Ya veremos cómo hacerlo, pero de eso no me ocupo aquí)
- En segundo lugar no hacer sólo encuentros presenciales, sino también telemáticos, intercambiando nuestros comentarios -al menos en parte- por escrito, como ya estamos haciendo.
Ahora, en este artículo, sólo quiero aportar un comentario a nuestra cuestión clave: ¿Qué son las HPV? Juan Cordero tiene toda la razón al señalar que estoy barajando varias definiciones distintas de lo que son las HPV.
- Una, más restringida, «actos desinteresados en ayuda, socorro, consuelo a personas amenazadas o sometidas a un tratamiento humillante», que se amplió algo al incorporar las HPV cotidianas al tejido de HPV, que incluye las acciones que tratan de enriquecer, educar, dar gozo, a cualquier otro ser humano.
- Otra, mucho más amplia, «Verter la propia vida en otras para generarlas, nutrirlas, cobijarlas, educarlas, cuidarlas, ilusionarlas, motivarlas, hacerles gozar…»
Puede considerarse esta proliferación de definiciones como una chapuza y que lo que procede es debatir y acordar cuál definición es la correcta y desechar todas las demás. O acordar una definición más general que incluya a todo el paquete.
Yo, sin embargo, creo que ese caleidoscopio de definiciones es fructífero, que todas designan algo concreto y pueden tener su razón de ser.
Para navegar por esta ensalada definitoria pienso que hay una divisoria entre las definiciones de HPV que incluyen y las que excluyen la expectativa del beneficio propio, y que tenemos que explorar la relación entre las HPV en su definición estricta y la contrapartida del beneficio propio. Exploración que -me repito- apenas hemos iniciado.
Sabemos que gran parte de las acciones humanas se sustentan en acuerdos. Kant mismo entendía que el comercio -basado en acuerdos y en su cumplimiento- es el garante de la paz perpetua. (Creo que se equivocaba, como ya argumenté en el escrito «1805 Reclamar la Paz», pero eso no importa aquí).
Puede pensarse, incluso por inercia, que las HPV en su definición estricta y las acciones interesadas son dos cosas que se excluyen totalmente, que no hay ni pelo de HPV en acciones en que entra en juego un interés, ni un pelo de interés en las HPV. Pero esto a mi juicio es un prejuicio que pronto desmiente una exploración.
Voy a comenzar esa exploración partiendo de un relato, que no sé quién de nosotros ha recogido ni a qué lugar se refiere. «Durante el holocausto a partir de 1942, cuando ya el régimen nazi había puesto en marcha la Solución Final de la cuestión judía, un grupo de judíos de una ciudad de Hungría -si no me equivoco- se refugió en una alcantarilla bajo tierra y se alimentaba con los víveres que compraban de un muchacho que se los suministraba a escondidas y arriesgando su vida.
Llegó sin embargo el día en que esa transacción no pudo continuar porque los judíos se habían quedado sin dinero, pero entonces el muchacho, en vez de dejarles abandonados, siguió comprando alimentos de su propio bolsillo y arriesgando su vida para suministrárselos».
¿Qué ocurre en el interior de esa transacción para que al acabar brote una HPV? Al acabárseles el dinero se agudizó e hizo más urgente la necesidad de los judíos por recibir alimentos y así brotó la HPV sin contrapartida, de pura generosidad. Algo ha de haber en el interior de la transacción que genera esa hebra. ¿Una predisposición?¿Un latido?
Vamos, pues, a explorar el interior de lo que llamamos transacción.
No designamos con ese término lo que ocurre en un sólo campo de fuerzas, sino en muchos campos diferentes -permanentes o fugaces-; el campo de fuerzas del comercio tal como lo definió Kant es sólo uno de ellos, un campo frío y regulado matemáticamente, pero hay muchos otros campos de transacción cálidos y no regulados matemáticamente. Uno de ellos, quizá el principal, es el de la amistad entendida en sentido amplio incluyendo el simple intercambio de actos amistosos entre desconocidos. Un campo así está impregnado por el afecto, la atención, el respeto, la complicidad, el chiste, lo festivo.
Hay otros campos de fuerzas en que se dan intercambios no tan positivos como los de la amistad, como los regidos por vínculos entre amo o señor y siervo, vasallo o esclavo, campos que tampoco son fríos, pero que pueden estar plagados de inhumanidad, abusos, humillación, tortura.
En el relato de Hannah Yagüe acerca de su abuela y sus bisabuelos esas tres personas atraviesan distintos campos de fuerzas, permanentes o fugaces. Extremadura en guerra, republicana o franquista, Extremadura en la Posguerra, Madrid, Berna, Madrid en la Transición. Son memorias de la abuela Petra, recogidas con cariño por su nieta.
Ya sabemos que la memoria es selectiva y es selectivo el relato de su vida que hace Piedra y hace público Hannah. La tendencia de esa selección es mostrar lo bien que ha sabido Piedra moverse a lo largo de su vida a través de esos campos de fuerzas, y para eso recuerda que en esos campos de fuerzas ha podido poner en juego, aportar cuidados, arte, atención, afecto en transacciones no comerciales, pero que le aportaban lo necesario para vivir en seguridad, aprender un oficio, y salir adelante mejorando su vida.
El relato muestra que eso no lo ha podido ni de lejos conseguir Piedra enhebrando una con otra HPV; lo han logrado Piedra y su madre combinando unas pocas HPV -difíciles de identificar- con un sinfín de acciones amistosas, atentas, cuidadosas, respetuosas interesadas, pero sin un cálculo comercial, jugando con la confianza en la generosidad, agradecimiento e iniciativa del receptor de esas acciones, el cura de la ermita, por ejemplo.
Casi todas nuestras acciones tienen lugar en esos campos de fuerzas y son acciones generadas por la confianza en un agradecimiento libre, no sometido a un cálculo contable. Como en los 9 años en que estamos desarrollando el Proyecto HPV no hemos reflexionado sobre ello, tengo que reconocer que nuestro proyecto ha crecido con un tremendo agujero. Sosteniéndose medio en el aire.
Así cuando afirmábamos que el tejido de HPV es lo que sostiene nuestras vidas y les da sentido trazábamos un puente al que le faltaba un pilar. Hoy creo que debemos cambiar esa afirmación por la que «El tejido que forman las HPV combinadas con un sinfín de acciones amistosas, atentas, cuidadosas, respetuosas interesadas pero sin un cálculo comercial, jugando con la confianza en la generosidad, agradecimiento e iniciativa del receptor de esas acciones, es lo que sostiene nuestras vidas y les da sentido»
Esa combinación de HPV desinteresadas y acciones de apoyo y cuidado interesadas es lo que resalta la narración de Hanna Yagüe, que como memoria es selectiva, estando esa selección marcada por el cariño y que como tal es cuestionable desde un punto de vista más frío y crítico, pudiendo este cuestionamiento aportar en su favor evidencias históricas.
Por eso tienes a mi ver toda la razón Juan Cordero al cuestionar como haces el relato de Hanna Yagüe,
«A mí lo de que un cura proteja a una pobre mujer me rechina mucho. Por un lado no veo HPV en las acciones de los curas porque hay que darlas por supuesto: Son sus votos y su pasaporte al cielo. Caridad Cristiana; que yo tendría mucho cuidado (como perdón y demás) de desvincular de las HPV. Un cura que ayuda a una pobre mujer queda muy bien ante los feligreses. Y si abusa de ella, silencio. Eso no lo va a contar la hija. Un cura célibe con una pobre viuda. Me da muy mal rollo todo esto. Aquí puede oler a otro tipo de intercambio y trato (carnal, sucio). Yo creo que hay que ser muy cauteloso con las HPV cuando lo que quizá predomine sea la situación de vulnerabilidad de las pobres mujeres. Mucho cuidado con tomar por HPV dónde está la sumisión de la mujer al varón»
Efectivamente el campo de fuerzas casi todas amenazantes en que se mueve y actúa la madre de Piedra en la Extremadura franquista huele mal y hace pensar que tienes razón con tu análisis crítico. Eso, sin embargo, no quiere decir que todos los testimonios de la memoria cariñosa tengan que ser falsos. El que la memoria sea selectiva no quiere decir que sea falsificadora. Ese enfoque cariñoso puede incluso recoger/resaltar acciones y mostrar caminos que no percibe el análisis crítico.
La evidencia histórica, que exige un trabajo de investigación fuera de nuestro alcance, puede en muchos casos aclarar si en el pasado ocurrió o no lo que nos relatan las memorias. Sin embargo nunca pueden mostrar la realidad entera de ese tiempo pasado -no hay que olvidar que, aunque muchos historiadores lo nieguen, la historia misma es selectiva-. Por eso, a mi ver, para recoger la riqueza de la realidad del pasado, hay que mantener abierto el abanico de relatos con contrapuestos criterios de selección.
Aprovecho para intercalar aquí un pequeño comentario: No me parece que Piedra y su madre sean «víctimas de las guerras», porque han sabido moverse por impulso propio a través de ese campo de fuerzas las más de ellas amenazantes, e incluso salir de él pasándose a otro campo de fuerzas más tranquilizante, menos amenazante. Quizá debiéramos reservar el término «víctima» para quienes quedan atrapados en un callejón sin salida. Piedra y su madre son unas maestras en el arte de escabullirse.
Con estas disquisiciones más que proponer una respuesta convincente a la cuestión de qué son las HPV, estoy complicándola. Todas las definiciones de HPV hasta ahora planteadas en el marco de nuestro proyecto son ahora incompletas, incapaces de explicar el movimiento desde acciones puntuales desinteresadas a interacciones amistosas, cálidas, atentas, en distintos campos de fuerzas.
Pero aquí, en vez de retroceder, voy a seguir el consejo de Lutero «Peca fortiter, sed cree fortius » (Peca con más fuerza, pero cree con mejor fuerza). Y estoy entre los creyentes en que lo humano no es la excepción en el ser humano, sino su pulsión más determinante.
Así aventuro que en el caleidoscopio de definiciones que están en juego, lo que se muestra es la planta, con su tallo, hojas y flores, pero que su raiz queda escondida bajo tierra; la planta son acciones puntuales -HPV desinteresadas o amistosas en campos de fuerzas, su raiz en cambio no son acciones sino actitudes, que conforman la pulsión fundamental de los seres humanos que les impulsa a comportarse humanamente.
Añado así una propuesta de definición más a las que ya tenemos en juego, definición que amplía a todas ellas incorporándoles la pulsión lo que permite entender en clave de HPV relatos, no sólo de acciones puntuales, sino también narraciones de vida como la de Hannah Yagüe. Trato de formularla así: «HPV son las acciones y actitudes subyacentes en que los seres humanos vertemos en amistad nuestras vidas unas veces desinteresadamente y otras confiando -no calculando- en generar así interacciones amistosas, cálidas , atentas».
Me doy cuenta de que lo que acabo de formular es una definición enrevesada, torpe, difícil de digerir, que tendremos que mejorar. Pero ya no llego a más, por lo que creo que esa mejora tiene que darse en una continuación de nuestro debate.
Pero antes de pasaros la pelota os planteo una reflexión y una cuestión:
La reflexión: Si tratamos de hacer un balance sobre la marcha de nuestros intentos por definir las HPV, el resultado puede ser negativo: un enjambre de definiciones y ninguna satisfactoria. Sin embargo hay que tener en cuenta un factor determinante de estos intentos: Con ellos siempre estamos tratando de fortalecer la paz enriqueciendo la memoria y lo hacemos mostrando, en contraste con los planteamientos de Los Justos entre las Naciones, de Gariwo, de la ARMH, de Reyes Mate etc., que las HPV no son algo excepcional en los seres humanos, sino algo determinante que sostiene y da sentido a nuestras vidas. Por eso, aunque nos movamos en zigzag, creo que vamos bien encaminados.
Una cuestión: ¿Estáis de acuerdo en que ampliemos ya el enjambre debatiente?
Abrazos,
Juan Gutiérrez