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Ya se ha vertido demasiada sangre…

Este relato ha sido contado por Jose María Abrego en parte hacia 1989 cuando era rector de la Universidad de Deusto en Bilbao y en parte en el 2012 cuando era rector del Instituto Pontifico de Estudios Bíblicos en Roma.

Se refiere a su padre Jose María Abrego pelotari que a fines de 1936 estaba en Madrid en la zona republicana y que pidió a Manuel de Irujo, miembro del Partido Nacionalista Vasco y entonces Ministro sin cartera, que le ayudase a pasarse a la zona franquista.

Juan Gutiérrez: Una vez me contaste que a un familiar tuyo, creo que a tu padre, pelotari, le había cogido la guerra en la España republicana, pero que un día decidió hablar con Manuel de Irujo, entonces Ministro de la República, para pedirle que le facilitara pasarse a la zona nacional
y poder vivir junto a su madre que residía en Pamplona. Manuel de Irujo dijo algo así como que «En esta guerra ya se ha vertido demasiada sangre» y
 de alguna forma le ayudó a pasarse al bando enemigo.

José María Abrego: Veo que tienes buena memoria, porque todo lo que cuentas es correcto. Pero aún puedes añadir algo más:

Sí, a mi padre le pilló la guerra en Madrid. Para hacerse algo de nombre, se hizo del sindicato CNT y jugaba como pelotari partidos en homenaje a los caídos republicanos y para recaudar fondos para el frente. Al cabo del tiempo tuvo ocasión de entrevistarse con D. Manuel, que le apoyó en la idea de reunirse con su madre. Le dio un salvoconducto para ir a Francia (por Barcelona). El salvoconducto estaba también firmado por la Pasionaria, de modo que cuando él se presentó a las autoridades catalanas debieron pensar (eso decía él) que iba con alguna misión secreta a Francia. Luego pasó al país vasco-francés y de allí entró en España. No sé si ya estaba tomada San Sebastián o todavía no. Creo recordar que él habló de un camión de “toros” como modo de transporte, lo que no significa un cruce ‘legal’ de la frontera. En Pamplona, estaban su madre y otros hermanos, pero para ayudar a la madre viuda sólo permitieron quedarse al mayor y al pelotari “famoso”, mi tío Jesús. Él fue alistado. Eso es todo lo que creo recordar, aunque claro, la cosa dura fue encontrarse en la trinchera opuesta al otro hermano (Julio), que se había quedado en Madrid.

Cuando mi padre llegó a Pamplona (según él me contó) fue movilizado por el bando «nacional» y no sé en qué fechas se encontró en el frente de Madrid. Creo recordar que en uno de esos intentos que no consiguieron entrar en la ciudad. El caso es que un día hicieron un prisionero que reconoció a mi padre. «José Mari, le dijo, ves aquel árbol allí enfrente, al otro lado de la trinchera? Allí está tu hermano Julio (que no quiso dejar Madrid en su día)». Mi padre me dijo que cogió el fusil y lo tiró lo más lejos que pudo, pero no puedo garantizar la veracidad del hecho, sino la fuerza de su sentimiento, pues nunca me consta que le juzgaran por deserción.

 

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